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Antifashion III: Yohji Yamamoto

Publicado por el 27/02/2020 en Artículos

Yohji Yamamoto nació en 1942 en Tokio, Japón, durante la Segunda Guerra Mundial. Al igual que a su compatriota Rei Kawakubo, el clima de conflicto y desolación le marcó desde pequeño. Tanto es así que no llegó a conocer a su padre, ya que falleció en las numerosas batallas navales en las que los aliados doblegaron a las potencias del eje en las costas asiáticas.

La responsabilidad de su crianza recayó entonces única y exclusivamente sobre su madre, Fumi, hecho que marcó a ambos. Esta, costurera de profesión, le animó a probar suerte en el mundo de la moda una vez un joven Yohji se había graduado en Derecho. Al no querer ejercer en el sector legal y ante las necesidades económicas, Yamamoto, que durante toda su infancia la había visto realizar arreglos y confecciones en casa, se matriculó en la Escuela de Moda de Bunka para poder ayudarla en el negocio familiar.

 

 

La figura de la mujer siempre ha estado presente en la vida del diseñador y ha influenciado en gran medida sus creaciones. Criado bajo una figura de autoridad materna, la sensibilidad tras sus prendas contrasta con la protección y robustez que en ocasiones aparentan. Siendo testigo en primera persona del sufrimiento de una viuda de guerra que no ha recuperado los restos de su marido, fue consciente desde muy pequeño de la crudeza del mundo a través de los ojos de su madre.

Es por ello que el diseñador siempre habla de que sus creaciones tratan de dar cobijo, confort y seguridad a la mujer. De forma similar a Rei Kawakubo, cuya idea original es que la ropa permita a la mujer empoderarse alejada de la sexualización, Yamamoto busca amparar a las viudas que habían sacado adelante sus hogares en la posguerra haciendo ver su valentía y validez por sí mismas. Al igual que Kawakubo, evita mostrar en exceso el cuerpo femenino, puesto que, como él mismo dice: “Mi ropa es como una armadura, protege de los ojos que no son bienvenidos”.

 

 

El uso extremo del color negro durante toda su trayectoria viene inducido por la ropa que estas mujeres vistieron durante años para guardar luto y que, de golpe, había sustituido a las tradicionales prendas repletas de coloridos motivos florales en los armarios de casi todo el país nipón. A su vez, Yamamoto achaca el abuso de este color a que, paradójicamente, es un lienzo en blanco sobre el que poder construir desde cero. Para darle emoción a la monocromía, es habitual que el japonés juegue con diferentes texturas en una misma prenda.

En 1972 creó la línea Y’s, enfocada a la ropa femenina. Cinco años después comenzó a realizar sus primeros shows en su país y hasta el 79 no probó suerte con el menswear. En 1981 creó su línea homónima, que goza de gran fama hoy en día. Experto en patrones, construía sus prendas teniendo muy en cuenta el material de las mismas y no tomando tanto como referencia las dimensiones del cuerpo humano. Es por ello que sus colecciones llaman la atención por los juegos de proporciones que plantean.

 

 

Durante su dilatada trayectoria, son multitud las colecciones plagadas del innegable aura que envuelve al tokiota. En el show de Primavera/Verano de 1995 sorprendió gracias a la combinación del shibori con sedas sintéticas. Esta técnica consiste en comprimir, arrugar y pinzar ciertas zonas de un tejido a la hora de teñirlo para obtener un patrón concreto. Yamamoto dio la sorpresa al mezclar una práctica que se creó en Japón en el siglo VII junto con materiales poliméricos concebidos en primera instancia en un laboratorio.

Para la Primavera/Verano de 1999 creó una colección llamada Novias y Viudas que inevitablemente dio que hablar. No solo por la reinterpretación de los tradicionales trajes de boda o de la ropa de luto, sino por lo poco convencional del show, en el que llama la atención un vestido con cremalleras que contiene en su interior diferentes prendas con las que complementa el look mientras desfila.

 

 

Una pasarela acostumbrada a ver modelos con apariencia seductora, sonrisa chulesca y stilettos se vio –de la noche a la mañana– repleta de figuras que vagaban inexpresivas, luciendo ropa hecha jirones y arrastrando unos pesados zapatos planos como almas en pena. No sólo la ropa había cambiado, sino todo lo que estaba alrededor de ella. Maquillaje, peinado, actitud y gestos formaban parte del nuevo ecosistema antifashion que se estaba forjando. Yohji, entre muchos otros, provocó de una forma completamente nueva y consiguió incluir nuevas acepciones en lo que se consideraba hasta entonces glamour.

Las críticas a lo largo de su trayectoria siempre han sido feroces. Sin embargo, al contrario que Rei Kawakubo –diseñadora de renombre y expareja del nipón–, él se siente cómodo estando en el foco mediático. Se deja ver a menudo, no es escueto en palabras y se considera parte importante de sus creaciones. Su firma homónima goza de buena fama entre los aficionados a la moda y, junto con adidas, creó Y-3 en 2002. En palabras del propio diseñador: “‘Y’ de Yamamoto, ‘3’ por las tres rayas características de Adidas y ‘-’ como nexo entre los dos”. Esta submarca de la firma alemana acerca las creaciones avant-garde del japonés al sportswear de consumo masivo en una simbiosis que ha producido tanto ropa como zapatillas del más alto nivel. 

 

 

En un periodo de entreguerras entre la época de los chunky shoes, cuyo auge tuvo lugar a principios de siglo con hip-hop y skate como principales valedores, y la democratización del knit, el japonés consiguió crear una silueta atemporal y sobria con el modelo Qasa en 2010. Debutando dos años antes que las famosas Nike Roshe Run, sentaron importantes bases de lo que iban a ser las sneakers a partir de entonces.

Y es que el del país del sol naciente no solo ha conseguido cambiar la visión de la moda con sus primeras colecciones. De forma radical y disruptiva ha ido abriendo nuevas puertas a lo largo de sus más de 40 años de carrera profesional, planteando nuevas preguntas y encontrando respuesta a muchas otras. Su particular visión y el misticismo que envuelve al único hijo del matrimonio Yamamoto hace que sea considerado uno de los grandes diseñadores de la historia. Del mismo modo que la guerra dejó secuelas imborrables en su familia, lo hicieron sus creaciones en el mundo de la moda. En ambos casos, aunque de forma muy diferente, nada fue igual desde entonces.

 

* Este Capítulo 3 de la serie de artículos Antifashion está inspirado en el documental de 2012 del mismo nombre dirigido por Olivier Nicklaus. Lee aquí el Capítulo 1Capítulo 2, Capítulo 4 y Capítulo 5.

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