David, tu gran pasión siempre han sido las motos. ¿Cómo dirías que comenzó todo? ¿Algún recuerdo que guardes con especial cariño?
Los inicios, aunque duros, siempre son ilusonantes. Ahora miro atrás, casi diez años después, y me parecen increíbles muchas de las cosas que han pasado; colaboraciones, clientes que he tenido y tantos amigos y compañeros… Sin duda me quedo con todo eso.
Cuéntanos un poco acerca de tu trayectoria profesional antes de crear AD HOC.
Tenía una empresa de instalaciones eléctricas. Un oficio que me venía de tradición familiar y, aunque para mí era muy gratificante, no me estimulaba lo suficiente.
¿Qué te empujo a crear AD HOC? ¿Cómo/cuándo supiste que era el momento de crear algo “tuyo”?
Pues quizás fue una crisis de identidad o simplemente tomar conciencia de mis auténticas necesidades personales. Las motos siempre formaron parte de mi trayectoria vital, tomar la decisión me costó poco, pero después me tomé mi tiempo para definir las bases de lo que quería que fuese mi proyecto.
Cómo definirías AD HOC: en qué consiste el proyecto, por qué elegiste ese nombre, con qué objetivos lo creaste… etc.
Adhoc es una frase en latín, se usa para definir algo que está creado específicamente. No lo elegí yo, me eligió él a mí; leyendo el periódico apareció y pensé que era ideal para lo que yo quería.
La idea era dar forma a tantas ideas que me corrían por la mente… De hecho las cuatro primeras motos las costeé de mi bolsillo y a partir de la quinta ya todo han sido encargos de clientes.
¿Cómo crees que has evolucionado, en todos los aspectos, desde que AD HOC se convirtió en una realidad? (tanto en lo personal como en lo profesional)
Obviamente, desde el 2010 he madurado como persona, también he sido padre, y la vinculación profesional ha estado muy presente con clientes que se han convertido en amigos y otras grandes relaciones que han surgido.