¿Qué tiene Barcelona que no tenga Venecia? ¿Porqué fue el sitio elegido para abrir vuestro restaurante?
Más bien tendría que plantearse al revés, qué tiene Venecia que no tenga Barcelona (risas). Barna no tiene góndolas, ni canales, pero lo compensa con esa actitud gamberra tan característica.
¿Cómo definirías vuestras creaciones? ¿por qué tienen éxito?
Porque son auténticas; todas nacen de nuestra necesidad de compartir algo que nos gusta y que nos motiva, si no, ¡sería imposible llevar este ritmo!.
¿Qué es lo mejor y lo peor de vuestra profesión?
Podríamos decir que lo mejor es conocer a mucha gente diferente y, lo peor… las horas y horas de resaca.
¿Cómo conseguís no caer en la rutina y seguir innovando en la cocina?
Nos aliamos con amigos y colegas inquietos, similares a nosotros.
Decís que vuestra comida, al igual que vosotros, es salvaje, atrevida y de guerrilla, ¿influye esto también en vuestro estilo a la hora de vestir?
En realidad, cuanto más mayores nos hacemos, más clásicos nos volvemos, ¡y en el vestir siempre hemos sido unos clásicos!