Hablamos con el artista alicantino Ovidi Benet sobre su obra con motivo de su nueva exposición Hipersuperficie . Un grito contra lo establecido, lo mainstream y un mercado saturado. La última creación de Ovidi puede encontrarse en la galería valenciana The Blink Project y es parte del circuito Abierto Valencia 2020 y ARCO Gallery Walk.
El autor nos cuenta cómo es su proceso de creación, en qué ha afectado la situación actual a su obra y qué ve en su futuro.
A través de tu obra investigas la naturaleza de los objetos cotidianos enfrentándote a lo mainstream y criticando la saturación de nuestra cultura actual. ¿De dónde nace esta perspectiva?
Nace de los excesos de los últimos años y en parte de un espíritu de rebeldía ante el establishment social, político, cultural y en torno al diseño. Creo que es algo puramente generacional, cuestionar aquello que hemos aprendido a lo largo de nuestra trayectoria personal y profesional, es rebeldía ante lo políticamente correcto, lo polite y generar nuevos recorridos alternativos a los convencionalismos actuales. Es una ruptura personal, sobre todo por la necesidad de libertad y de no aceptación de ser un individuo igual a otro, y de nuevas maneras de expresar, observar la naturaleza de los objetos, la forma, la función, cómo son utilizados para reivindicar lo sincero en aquello que hacemos, siendo incorrectos.
Te describes como un obsesionado con el interior del objeto, explícanos en qué consiste esta forma de observar el mundo que te rodea.
Obsesionado es too much, pero considero que la observación es una cualidad que la tienes o no la tienes. Se trata de contemplar observando aquello que por regla general no se percibe como importante. Tratándose de mi trabajo, observar el objeto es contemplar todo, es decir, no solo la estética, que sería lo que por regla general todos vemos, sino el interior, la función, la forma, la materia y el espacio. Parece que estemos hablando del universo, pero estamos hablando de un objeto, cómo es utilizado por el individuo y percibido. Es estudiarlo para posteriormente reinterpretar y destruir su significado, su función y su estética, sería demasiado aburrido si solo se observara.
En tu última exposición, Hipersuperficie , utilizas diferentes ítems para recrear situaciones absurdas. ¿Cómo te llega la inspiración para crear tal recorrido retro-post-futurista?
La estética, para mí, es una consecuencia de la cultura visual de cada uno. El futuro primitivo distópico que presento con las piezas no es más que pura ironía de lo que podría llegar a ser “lo futurista”. En una lectura general son objetos irónicos, una hipérbole del mundo del objeto y del diseño, que siempre plantea nuevos objetos y siempre como lo más avanzado, lo más cool. Para llegar a este lenguaje visual, fuera de la idealización, entran referentes del cine de ficción, de la arquitectura, del objeto japonés de Shiro Kuramata, del minimalismo americano como Dan Flavin, los 80’s, los 90’s, entre otros.
El color, los materiales y la luz son características esenciales de tu obra si analizamos tu trabajo, ¿cómo es el proceso de combinar todos estos elementos para transmitir lo que deseas?
Me baso mucho en la naturaleza, en cierto modo, vivimos en torno a ella. Nací al lado del Mediterráneo. He visto lo sensible y potente que puede llegar a ser la naturaleza, el mar y sus reflejos, la luz de sol, sus puestas y el tinte que desprende, el sol que pasa entre los árboles, ‘Komorebi’, hay una parte contemplativa dentro de las piezas que no se consiguen si no están en contacto con un medio natural y, sobre todo, aprender a observar ese medio, se trata de generar sensaciones, no luces sin más.
Actualmente vivimos tiempos muy difíciles para el arte, ¿de qué manera ha afectado toda la situación actual a tu obra y a tu forma de analizar el espacio?
Este es un tema sensible, realmente no puedo entender que el arte pueda ser incomprensible y prescindible en la sociedad, se trata de mostrar a través del arte, se trata de transmitir y reivindicar. Mi obra coincide con las reivindicaciones de toda una generación marcada por la precariedad laboral y social, de hecho, se concibió desde la precaria materia en el garaje de un amigo. El mensaje es reivindicar lo válido de lo incorrecto y lo sincero del objeto, reivindicación que hoy sigue en la esencia de las piezas. Somos supervivientes de la ahora llamada generación del 20, una generación estigmatizada por la situación, marcada por crisis, la corrupción, los excesos de la sociedad, los mil y un trabajos, la precariedad… Que, en cierto modo, se parece a la situación actual (COVID) sólo que más rodados. Son momentos de introspección y de pensar qué quieres hacer en los próximos 10 años, si ser feliz mostrando tu esencia a través de lo que haces, es decir, lo que sería “jodido pero contento” o si prefieres seguir como siempre. Considero que lo desconocido es bello y lo osado es necesario. Todo esto se trasladará a la obra de alguna forma, aún no sé cuál, pero la esencia de honestidad seguirá estando porque el principio fue ese.
Por último, ¿cómo ves el futuro?
Incierto, emocionante y liberador. Incierto por la situación, obviamente, y porque en España parece ser que la cultura se ve como algo innecesario, habiendo tenido una historia repleta de cultura, hitos que per se en otros países son lo más importante para generaciones enteras que basan el aprendizaje en la experimentación y educar en torno a la cultura. Emocionante, porque somos una generación que cuando más difícil nos lo ponen más nos las buscamos. Y liberador, porque nos hemos quitado un peso de encima, dándonos cuenta como sociedad de lo que debemos cambiar para ser más felices.