Kike Marina

Sz9

Seguimos con los Top 10 de 2022, esta vez con Kike Marina.

¿Qué ocurre cuando en la misma semana te vas a vivir a una nueva ciudad que no conoces, te enteras que vas a tener una hija y te despiden del trabajo en el que llevas diez años? Ocurren muchas cosas, demasiadas. Y algunas de ellas incluso divertidas.

1. Lupe.

 

Hay un tema en el que no puedo evitar repetir lugares comunes, acabo de ser padre. Estoy en ese momento en el que descubro que todos esos tópicos sobre la paternidad son ciertos y no tengo la capacidad literaria para convertirlos en algo nuevo. Por ahora me conformo con no decir que mi niña es la más inteligente (aunque lo piense).

 

2. Paternidad.

 

 

Se supone que vivimos en una sociedad en la que ciertos esquemas están ya desfasados pero, como en otros ámbitos, huir de lo aceptado es una lucha a brazo partido. Y la infancia es donde algunos de esos esquemas están más arraigados. Ser padre supone un esfuerzo extra para que las opiniones de otros te den igual. Menos mal que esa tarea la traía hecha de casa.

 

3. Calzado.

 

 

Llevo tanto tiempo anunciando el fin de eso que llaman sneakers que en algún momento tendré la razón. En ese sentido 2022 no ha tenido nada especial, lo interesante ha llegado por otros caminos y el lujo sigue canibalizando lo que en una ocasión fue divertido. Una novedad es que este año no he comprado ninguna zapatilla, pero he coincidido con las elecciones de cualquier hypebeast en mis marcas más usadas, Birkenstock, Vans y Salomon.

 

4. Libro.

 

 

¿Y el tuyo para cuando? Era la pregunta clásica cuando recomendaba un libro. Este año me ha servido para reunir un puñado de libros de los que debía sacar información y sentarme a escribir todas aquellas historias que he ido recopilando.

 

5. Vuelta al sur.

 

 

Chaval, tú no eres de aquí ¿no?
No, señora
Pero tampoco eres del norte porque no hablas fino
No, señora.
Dejé de ser de aquí cuando me fui, ahora soy de allí para los de aquí.

 

6. Lugar desconocido.

 

 

Me gustaría pensar que es la última vez que cambio de casa, justo cuando empiezo a pillarle el punto a irme a vivir a una ciudad en la que nunca he estado. Que los vecinos sospechen que soy del programa de protección de testigos es lo de menos.

 

7. Exposiciones.

 

 

Pensaba que de Madrid echaría de menos las exposiciones. Justo cuando llegaba a Sevilla se inauguraba una exposición de Vhils y se clausuraba otra de Fernando Higueras. El tipo de cosas que pensé que echaría de menos en Madrid. Bueno, en algún momento pensé que echaría de menos el VIPS, pero eso ya me pasaba en Madrid. Al menos el VIPS de los libros.

 

8. Manitas.

 

 

Hace un año no sabía colgar un cuadro. Ahora sigo sin saber hacerlo, pero lo hago. Trabajar con las manos implica una satisfacción personal que no encuentro en organizar, escribir o hablar. Supongo que mi curva de aprendizaje como chapuzas es la de un niño de 4 años pero al menos puedo usar ropa de trabajo con un mínimo de honestidad.

 

9. Descosedor.

 

 

Mi herramienta del año ha sido un abreojal, un utensilio de costura con el que he conseguido quitar los logos visibles de todas mis compras de este año: una gorra y una camisa.

 

10. Shmita.

 

En el levítico se habla de dejar la tierra en barbecho un año después de seis. Algunos rabinos lo entendieron como un reinicio de vida en el que se perdonaban las deudas, se liberaban esclavos y se iniciaba una nueva vida. Es el origen religioso de los años sabáticos, que en la cultura actual se ha convertido en una temporada de descanso, reposicionamiento y en ocasiones, juergas. Sutilmente facilitado por un despido improcedente, este 2022 ha sido mi año Shmita. Que durante este año haya usado hasta la extenuación una gorra del equipo de béisbol del Hebrew Orphan Asylum de hace un siglo ha sido pura casualidad.