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La nueva Sirenita de Disney y el espectáculo de la polémica

Publicado por el 05/10/2022 en Artículos

Hace dos años que Disney comenzó el proyecto de revivir a uno de sus clásicos personajes animados, La Sirenita, en una protagonista de carne y hueso. El live action que se estrenará el 26 de mayo de 2023, sacaba su tráiler hace apenas unas semanas, generando una polémica que empieza a oler a rancio.

La conocida historia de Ariel, una joven sirena que soñaba con conocer el mundo de los humanos se presentaba al público en 1 minuto y 23 segundos que han bastado para comenzar una batalla campal de críticas, insultos y valoraciones de todo tipo. Y todo el revuelo se debe a que la actriz que interpreta a la sirenita, Halle Bailey, es afroamericana.

Sin mucho sentido ni arbitrio, el público se ha dividido en defensores y detractores de la decisión de casting de Disney, quien deliberadamente (o no) sabía que con ello se lanzaba a la jaula de los leones que podemos llamar Twitter.

Los internautas, sin pelos en la lengua, están disfrutando de la presa de caza que tan gustosamente les ha ofrecido la compañía estadounidense. Y como ‘dueños’ de la opinión pública, esbozan juicios morales a golpe de tweet. En la red social muchos utilizan el término wokismo de forma despectiva o negativa. Del inglés, woke o awake, que significa despertar, y se utilizaba en sus inicios para hacer referencia al activismo contra el racismo.

Hay muchos términos que nos indican el lavado de cara que llevan a cabo las empresas para que la opinión pública no los exponga a la guillotina. Tal vez os suena el green-washing, relativo a los cambios frente al cambio climático, o bien el pink-washing en relación con el lavado de imagen abanderando los derechos LGBTI. Pues bien, el woke-washing viene a ser el mismo concepto, transformar la responsabilidad social corporativa en una tendencia a favor de las empresas, hacer eco de unos valores éticos que sirvan de escaparate, pero con los que realmente no hay compromiso.

La línea que divide este woke-washing de un verdadero interés social es muy fina, ya que estamos hablando de la compañía de medios de comunicación y entretenimiento más grande del mundo, por lo que los intereses económicos tal vez superan la ambición de ser el Mahatma Gandhi de las producciones. Con empresas de tales dimensiones la objetividad no es sino un conflicto de intereses.

Lo incomprensible de la polémica se mezcla con lo familiar que nos resultan este tipo de discusiones, ya que no es la primera vez que somos testigos de un fenómeno del tal calibre. Por no alejarnos mucho, vamos a las recientes polémicas con producciones como La Casa del Dragón, Los Bridgerton o Los Anillos del Poder.

El reparto de esta última hacía un comunicado tras su lanzamiento en Prime Video, defendiendo un frente unido contra el “implacable racismo, las amenazas, el acoso y el abuso”. De igual manera, protagonistas de La Casa del Dragón como Steve Toussaint han sido diana de críticas por su color de piel, “los dragones bien, pero no soportan a un negro rico”, decía el actor en una entrevista para Men’s Health.

El punto cuestionable está en defender una pureza racial en una ficción, un género que valida todo tipo de representaciones imaginables e inimaginables. La libertad cinematográfica debería ser capaz de experimentar con cambios, transgredir y adaptarse a las nuevas situaciones sociales. Y cabe puntualizar que no estamos hablando de un biopic, serie o película que hable de un riguroso acontecimiento histórico, sino de una ficción o fantasía en cada caso. Por lo que la identidad étnica debería de ser un aspecto irrelevante.

El clamor en las redes de “inclusión forzada que roza el racismo”, ha sido la comidilla continua que ha ensombrecido estos nuevos estrenos, y que por lo visto no da tregua ni a clásicos de animación para niños.

Al potencial público al que está dirigida esta película, los niños, no les va a importar lo más mínimo el color de piel de la protagonista, pero los adultos se empeñan en jugar a quién puede menospreciar más y mejor al de al lado, usando como arma una simple adaptación de una película infantil. De la cual todavía se desconoce la calidad técnica, tan centrados como han estado en desprestigiar la elección de la protagonista. Quién sin duda será la candidata idónea para el papel, sobre todo teniendo en cuenta la formación vocal que requiere este personaje y en la que Bailey destaca.

Mientras los comentaristas de turno de Twitter sacan uñas y dientes para hacer sonar su opinión, Disney se frota las manos pensando en cuan ingenuos son los que les están haciendo la publicidad de forma totalmente gratuita.

Como dice la famosa cita de Oscar Wilde, “hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti”. Ante el pánico de que la producción caiga en el olvido, o peor, en la mediocridad, esta estrategia de marketing les está haciendo muchos favores. Se trata de una fórmula infalible para hacerse sonar. Y lo haya planificado Disney o no, la polémica le está cubriendo la publicidad.

Si le funcionará, no lo sabemos. Todo habrá que verlo en las taquillas el 26 de mayo.

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