El cocodrilo, símbolo icónico de la marca Lacoste, tiene el poder de liberar el movimiento y de conectar diferentes culturas. Desde 1933 trasciende el tiempo, los estilos y los géneros. No tiene fronteras. Permanentemente en movimiento, el cocodrilo se reinventa a través de quienes lo llevan. Su terreno de juego no tiene límites, está abierto a todos y acoge todo tipo de personalidades y tipologías de belleza.
Esta es la historia que Lacoste quiere contar con el polo como denominador común. Para ello han con un elenco de siete talentos creativos, que han sido capturados en sus ciudades y con la gente de su entorno que les inspira a diario, llevando el polo con su particular sentido de la elegancia. Cinco ciudades (París, Nueva York, Berlín, Los Ángeles y Londres) y siete fotógrafos, para representar distintos puntos de vista.
A$AP Nast, Peggy Gou, Evan Mock, Louise Bourgoin, Sonny Hall, Mélanie Thierry y Salif Gueye son los elegidos para ser fotografiados en sus ciudades, junto a su círculo más cercano de amigos o familiares, rodeados de un equipo creativo que han elegido ellos, representando al cocodrilo cada uno a su manera.
En Los Ángeles, el rapero y fan de Lacoste A$AP Nast invita a sus amigos DJAVAN y Cory a ponerse delante del objetivo de la fotógrafa Melodie McDaniel.
En Berlín, la DJ y emprendedora Peggy Gou es inmortalizada por Vitali Gelwich, junto con sus «amigos más cercanos, la familia que elegimos».
En Nueva York, la revelación: Evan Mock. Skater, actor y modelo, reúne a su hermano, hermana y un amigo skater para una sesión íntima con la fotógrafa Stef Mitchell. Cuatro personas «ambiciosas y siempre dispuestas a perseguir sus sueños».
En la capital británica, Elliot James Kennedy inmortaliza al joven poeta Sonny Hall y su entourage en la atmósfera londinense. Para él, ser parte de un colectivo es sentirse «conectado».
En París, hogar histórico de Lacoste, las actrices francesas Louise Bourgoin y Mélanie Thierry son fotografiadas con sus seres queridos por Quentin de Briey y Joshua Woods, respectivamente. Salif Gueye, fiel a sí mismo, baila en las calles de la capital francesa con tres de sus compañeros bailarines, bajo el objetivo de Ilyes Griyeb. Para él, su colectivo es su «familia».
Siete rostros, cinco ciudades y siete fotógrafos para contar una historia única: la suya.
