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Los relatos de un barbero

Publicado por el 05/04/2013 en Blogrs

En numerosas ocasiones he visto caras de asombro al desvelar mi profesión, es curioso que, en una sociedad que supuestamente avanza a un ritmo trepidante siga habiendo un vacío cultural sobre este oficio. Los barberos, aunque escasos, no somos profesionales desfasados, ni siquiera una especie extinguida. Aunque sí somos un género olvidado y, a veces, marginado e incomprendido.

Somos esa clase de personas que no encuentran su ubicación en el sector de la imagen y la belleza. Aunque llevemos un camino paralelo, evitamos cruzar el umbral de la vanguardia, nuestra raíces vienen de muy atrás, civilizaciones enteras han requerido nuestros servicios, hemos sido rechazados, perseguidos y desprestigiados. No hay cifras exactas de nuestra existencia, algunos datan esta profesión con cerca de 20000 años de antigüedad, y pese a todo nuestra llama sigue encendida.

Sorprende ver que hoy en día somos «cool«, la moda nos tiende su mano para introducirnos en la cultura del «on fire«.

¿Qué será lo próximo?

Ya hemos visto salones de peluquería reconvertidos en centros de estilismo, dónde pagar por un asesoramiento de imagen irracional era más frecuente que por un servicio de calidad. No tardaremos pues en ver, el afán de pregonar por estos talleres del fashionismo, que ya no solamente ofrecen servicios de asesor-peluquero-estilista,  sino que además ya disponen de servicios de barbería.

Exacto amigos, esos cortes de pelo masculinos que nadie quería realizar porque estaban pasados de moda, o al menos eso nos querían hacer creer. Al igual que afeitar, una práctica que parecía estar legítimamente prohibida en numerosos salones unisex por el ministerio de sanidad, ahora es chic y chupiguay.

La cultura del pelotazo sigue latente en este país, pero afortunadamente no es una clave de éxito.

Yo por lo pronto, concluiré con estas líneas, puesto que la única cultura que conozco es la de la vieja escuela, la de la barbería americana.

 

 

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Pablo Picasso