Recorriendo los edificios «cholet» de El Alto boliviano

 

Nuestro viaje comienza en Perú, partiendo desde Cuzco hasta Puno, rodeando el lago Titicaca y entrando finalmente a Bolivia por su distrito de La Paz. Donde se ubica este municipio de El Alto, ubicado como su nombre indica en lo alto de la meseta altiplánica. Nuestra idea era contratar a algún taxista del lugar por horas (con la promesa de unos 100 bolívares la hora, alrededor de 13 euros) y visitar estos edificios. Así que esa fue nuestra misión nada más llegar, atravesando el gran mercadillo que se desplegaba ese mismo domingo. Atiborrado de muchos lugareños y pocos turistas.

El Alto es, actualmente, una de las ciudades más pobladas de Bolivia. Además de promediar un crecimiento brutal desde la entrada de Evo Morales a la presidencia del país, donde la propia ciudad ha visto como la comunidad aimara de la zona ha ido enriqueciéndose comerciando con la agricultura, la cría de animales y la pesca. Y algún que otro negocio en China ¿Quizás a eso se deba la a ostentación en su máxima expresión y el constante derroche de poderío como principal leitmotiv de esta nueva clase pudiente?

Es aquí donde encajaría la figura de Freddy Mamani, saciando la nueva demanda de la burguesía aimara de vivir en mansiones y poder aparentar. Freddy es el principal impulsor de esta nueva arquitectura andina. Además de un gran defensor de la cultura originaria. Que junto a esta nueva clase acomodada, busca una identidad arquitectónica propia. Dando lugar a un nuevo estilo bautizado como cholet (mezcla de cholo y chalet), despectivo para los propios lugareños por sus connotaciones clasistas y racistas. Pero lo suficientemente característico como para llamar la atención de todo el mundo.

Estas mansiones se caracterizan por dominar el paisaje altiplánico llenándolo de colores potentes y agresivos. Mientras se elevan al lado de otros edificios mucho más humildes de caravista, sin tanto adorno ni moldura de yeso. Y contando con algunos elementos propios de la cultura tiahuanaco, además de cruces andinas, mucha diagonalidad y repetición en sus líneas. Dominan calles que en ocasiones no están ni asfaltadas, ofreciendo un gran salón en la planta que da a las mismas. Para que los aimaras puedan celebrar sus bodas o cumpleaños, mientras la planta más alta alberga la vivienda del propietario, coronada como un gran chalet con grandes patios a su alrededor. Destaca también, y llama mucho la atención, una clara e inexplicable inspiración en los Transformers que puede encontrarse en alguna de ellas, con algunas referencias estéticas en sus puertas o paredes.

Actualmente existen alrededor de más de 200 edificios con este estilo, la mayoría en El Alto. Que a su vez tiene una edificación constituida como un barrio de periferia bastante humilde, y donde después de buscar insistentemente un taxi, nos vemos perdidos entre sus calles. Aunque finalmente, logramos parar uno libre y subirnos en él. Forzando el acento de la zona para evitar precios más caros y explicándole al taxista nuestro interés para que nos hiciése de guía turístico. Que aunque en un principio iba a ser de una hora, acabó siendo de tres. Mientras el propio conductor iba parando en los edificios que a él le parecían más llamativos. Bajábamos, hacíamos las fotos y a por otro. Y entre conversaciones acerca del lugar, de la situación actual del país, etc. el taxi acabó chocando con otro coche. Esperamos en su interior por recomendación del taxista. Alarmados pero contentos por el precio del trayecto, sabiéndonos mal por el incidente y por cómo acabó el taxi de Carlos, nuestro taxista favorito de El Alto. Pero felices de habernos sumergido en este caos sudamericano con forma de edificio colorista.

 

Pete Fiorentini