Antes de que se prohibiera salir de la comunidad nos trasladamos al campo, no por nosotros sino por Frida (un perro de aguas con personalidad de gato con mal humor y necesidad de atención continua), porque de otra forma nos tendría atemorizados en casa. Llené mi maleta de cosas inútiles, dos pijamas y dos libros. Tengo que confesar que me invadió la ansiedad en cuando tomamos la decisión de irnos sin fecha de vuelta pero, ahora ‘estoy viviendo la mejor época de mi vida’, como dicen por casa.
Soy un animal de rutinas, aunque parezca caótica y que vaya improvisando, lo tengo todo ordenado en mi cabeza y hacer cosas durante el día es lo que me mantiene cuerda (creo). Tampoco voy a engañar a nadie diciendo que echo de menos salir a la calle porque sinceramente, yo soy muy de quedarme en casa. Echo de menos muchas cosas, claro que sí, los vinos en Casa González, quedar con Las Amigas y el café de cafetería, pero me encanta estar en casa haciendo lo que me da la gana mientras estoy descalza.
En cuanto a la música, mi fuerte es la música-de-no-personas, es decir, bandas sonoras y música instrumental, pero en esta nueva era apocalíptica estoy abriendo mi mente a otras cosas.
Mientras me veía las inacabables stories de miles de personas que estaban cocinando durante la cuarentena, escuché esta canción, y la persona que estaba cocinando tuvo el detalle de compartirla. La Comitiva es un grupo que no tenía ni idea de que existía y que estaba dentro de un saco en el que, sin tener ni idea de música, metía canciones que me recordaban un pasado indie en el que me ponía shorts de Levi’s de cintura alta y Vans durante los festivales. Con sus canciones Altiplano y For the time being con Erlend Øye me puedo imaginar que estoy en la casa de la playa en la terraza mientras los escucho y es algo muy raro en mí, yo soy más de invierno.
Para otro mood, mientras estoy dando vueltas por casa, a veces sin ningún tipo de fin, solo por moverme, me gusta escuchar Good thing gone de Elle King. La descubrí durante mi obsesión con la banda sonora de Big Little Lies.
En relación con el cine y las series, Unorthodox, me ha parecido sublime. El mejor complemento para el documental que también está en Netflix de ‘One of us’ en el que se habla un poco de la cultura jasídica desde el punto de vista de personas que se han salido de ella. Volviendo a Unorthodox, me ha encantado Esthy, tan pequeña, tan callada, tan valiente y que describe sin decir casi nada los miles de sentimientos que tiene dentro. Yanky me ha gustado casi tanto como ella, puedes leer a través de él. Puedes sentir que está confuso, que no conoce otra cosa y que quizás hubiese tomado otro camino.
Por muy intensa que me ponga, también necesito cosas que llenen el alma de otras cosas y el corto de Lava me dejó el corazón parado y la cabeza llena de música hawaiana. Un corto con una canción que lo cuenta todo. Solo hay que verlo.
Como soy un tanto atípica empecé a leer Los testamentos antes de acabar de leer El cuento de la criada. Este último lo empecé a leer en inglés, llevaba 100 páginas y me di cuenta de que no entendía nada, así que me rendí y me pasé a la versión en castellano, mucho más sencilla. Los testamentos me lo acabé a los 5 días de encierro y se me está acabando el otro así que, para calmar mi ansiedad me he comprado por Kindle La magia después del orden de Marie Kondo, un remanso de paz y cosas bien dobladas. Subí un foto a stories y la diosa del orden me dio un like. Ya puedo morir tranquila.
No me imagino cómo será volver a la vida normal después de esto, tampoco tengo prisa, pero lo que más me apetece una vez pise Madrid es ir a tomarme un vino por Letras, comprar un millón de cosas en Muji y besar mi Thermomix.
