Ni Loris Messina ni Simon Rizzo estudiaron moda, todo lo que saben ha sido autoaprendizaje y referencias estéticas y artísticas infinitas. Supongo que algo tendrá que ver el hecho de que vivamos en un mundo globalizado que permite a casi todos, a través de un clic, acceder a información (ya no tan) privilegiada. Ellos son los fundadores de la firma SUNNEI, que nace en Milán como marca esencialmente ligada al público masculino. Aunque la evolución social y la de la industria en sí misma, les ha llevado a un paraíso genderless en el que ya no les interesa hacer diferenciación en esos términos. Hacen prendas dirigidas a personas sin la pretensión de acceder a un público en detrimento del otro. Hasta aquí, nada que no forme parte de un discurso actual y necesario.
Aunque Loris estudió Marketing y Simone Administración de Empresas, ambos contaban con cierto background en moda: el primero trabajó como Visual Merchandiser para Gucci y el segundo, como buyer en una boutique de Milán. Su experiencia en el campo de la fotografía les ha llevado también a conseguir una perfecta definición del imaginario de su marca. En definitiva, su desembarco de lleno en el mundo de la moda en 2016 fue algo natural y consecuente a sus vivencias anteriores.
La esencia de la marca está fuertemente influenciada por lo contemporáneo y pretende crear una sinergia entre la gente y las situaciones, consolidando una fuerte presencia estética en la industria. A SUNNEI se le puede definir también como un espacio multidisciplinar, en el que la moda se encuentra con la arquitectura, la música, el arte. Y es que ya se sabe que en el arte unas disciplinas beben constantemente de las otras. Detrás de una simple prenda, se esconden multitud de referencias e influencias observables muchas veces solo por los más suspicaces.
Ambos creativos aportan cosas diferentes a la marca, y repito esto por estar tan presente siempre en el discurso artístico: se trata encontrar la sinergia perfecta. Mientras Loris da ese toque francés, de líneas limpias y estética pulcra, Simone ofrece una versión más colorista de las cosas. La balanza entre ambos creativos es perfecta.
Intentan -juzgad vosotros mismos si con éxito- no dejarse influenciar por las tendencias mayoritarias. Así, el proceso creativo empieza con una cuidadosa selección de textiles que lleva posteriormente al diseño.
En consecuencia a su pretensión de aunar en la ropa multitud de disciplinas artísticas, la persona que viste SUNNEI tiene interés por la moda, el arte y la música. Y no sólo interés, sino que también entendimiento. Aprecia el arte de crear las prendas. La edad es simplemente un número, ellos no le prestan atención. Supongo que llegados a este punto, la ropa no entiende de género, ni de edad, sino de individuos.
En SUNNEI se habla del streetwear como influencia última: es justo ahí, en la calle, donde se han liberado los estereotipos y se han transformado muchas de las reglas -escritas o no- de la estética masculina.
La primera incursión del dúo creativo en el womanswear fue para el show de primavera-verano 2019. Es desde ese momento que sus colecciones se presentan con la fórmula “coed”. La indumentaria “femenina”, desde un principio, se presentó con la intención de mantener la misma actitud artística, irónica y alegre, que había venido siendo característica hasta la fecha. Y llegados a este punto, no conciben la creación de una colección sin aunar ambos géneros (o ninguno, como prefiráis).
La expansión de la marca va más allá de lo comercial. SUNNEI quiere seguir construyéndose como una marca de estilo de vida. Además, la multidisciplina aparece recurrentemente en su discurso. Según ha declarado el propio Rizzi, aunque ahora hagan moda, no quiere decir que en un futuro no lancen una línea de muebles o un álbum de música. Marcarse límites no va con ellos.
Últimamente han estado pasando muchas cosas en SUNNEI. Por un lado, la plataforma Vanguard Group ha hecho una importante inversión para darle a la marca los medios necesarios para expandirse de forma sostenible desde el punto de vista comercial. Un punto fundamental para ellos es que toda esta expansión no entumezca el proceso creativo, es más, pretenden reforzarlo pudiéndole dedicar aún más tiempo.
¿Y qué más? Pues también su espacio de creación y actuación ha cambiado. Sus nuevas oficinas centrales -Palazzina Sunnei- fueron reestructuradas durante el confinamiento, transformando un estudio de grabación en un hub creativo para toda su comunidad artística, que no alberga solo a creativos de la moda. Y es que su pretensión no es ser marca de moda, es ser lenguaje.
Se ha venido recordando a lo largo de esta pieza el carácter multidisciplinar de SUNNEI, cosa que también se hace patente en sus continuas colaboraciones con artistas. Por ejemplo con Beatriz Cortesao, que realizó una performance privada visual y auditiva en la que interpretó al arpa varios temas que conectaban auténtica e íntimamente al público con el artista.
También Ronni Campana participó en la reinterpretación de los zapatos de la colección SS20 a través de una serie fotográfica. Este es uno de los varios proyectos transmedia desarrollado por el grupo de artistas con los que la firma tiene relación. En definitiva, su red de creativos.
Presentaron su última colección de primavera-verano en Milán Fashion Week. Pero lo más sonado fue la primera parte de la campaña SS21, que presentaron a través de redes sociales. SUNNEI Canvas fue el título que dio nombre a su universo digital paralelo. Una selección de las piezas emblema de la firma en blanco, concebidas para ser customizadas en tiendas seleccionadas alrededor del mundo. Una plataforma online accesible vía password es la puerta de entrada a ese mundo virtual creado con realidad 3D y que permite a los visitantes customizar las prendas a su conveniencia. Así, los canvas en blanco pasan a ser mundos de color personalizados. Revolucionario por la idea y por la forma.
Son infinitos los proyectos desarrollados con la firma en la que se involucran otras vertientes artísticas y en las que se usa la tecnología para dar rienda suelta a la creatividad. Lo de SUNNEI es ejemplo de que si vendemos un discurso, hay que ponerlo en práctica. ¡A tomar ejemplo!