Prada no necesita introducción; ni ahora ni en 1997, cuando la diseñadora Miuccia Prada y su marido, Patrizio Bertelli (CEO del grupo Prada) optaron por introducir a la marca en el exclusivo deporte de la vela. Más concretamente en la America’s Cup, la competición más importante de este deporte.
El objetivo de Bertelli en 1997 era llegar a competir en la trigésima edición de la America’s Cup (celebrada en el año 2000) contra el equipo neozelandés Black Magic, el ganador de la anterior edición. El nombre del equipo italiano acabaría siendo Luna Rossa, término que se refiere al color de la luna cuando el sol se está poniendo y le dan sus últimos rayos y que contrasta con el nombre del equipo neozelandés.
En términos deportivos de la competición, Black Magic era el defender (defensor del título) y se enfrentaría al challenger (desafiante). Para conseguir ser challenger, todos los equipos aspirantes debían participar en la -por aquel entonces llamada- Louis Vuitton Cup y ganarla. Sorprendentemente, Luna Rossa lo consiguió el 6 de febrero del 2000, convirtiéndose en un orgullo nacional.
Más tarde ese año, el equipo caería derrotado por 5 regatas a 0 contra Black Magic, aunque eso es lo de menos. La pasión de Bertelli por la navegación impulsó a la marca italiana hacia un mercado en el que, tras más de veinte años, parece que estuviera creado para ella (o quizás Prada se adaptó mejor que nadie) desde el punto de vista estético. De hecho, desde este año 2021, la anterior Louis Vuitton Cup ha pasado a llamarse Prada Cup. La elegancia unida a la utilidad de los uniformes, los cortavientos, las gorras, las zapatillas e, incluso, el propio barco despertó pasiones desde un inicio tanto en el mar como en tierra.
La línea Luna Rossa de Prada sigue siendo objeto de deseo de muchos alejados de la vela. La fina línea roja y la calidad de las prendas ha sido la combinación perfecta. Prada consiguió hacer elegante el deporte y demostrar que el lujo reside en los detalles.
