Nigeria como inspiración y la música como principal referencia. Con esto, además de un don para proyectar más allá de lo establecido, se construye el universo de Mowalola Ogunlesi, la artista antes que diseñadora que se esconde detrás de una de las firmas más interesantes del momento: Mowalola.

Fotografía: Tim Walker

La creativa nacida en Lagos irrumpió en la moda con ‘Psychedelic’, su colección de posgrado para SS18 que presentó en tres formatos diferentes: desfile, película y lookbook. Detrás de ella se escondía una amalgama de códigos muy bien estructurados que tenían como eje la música rock nigeriana de los años 70. Desde este momento, Mowalola ha apostado por su particular visión de la masculinidad negra, explorando el sexo (tema tabú en Nigeria) al incluir en sus diseños para hombre prendas o patrones que acostumbramos a ver únicamente en mujer.

Sus presentaciones se definen como caóticas y brutales. No hay más que ver el titular que Hero utilizó para cubrir la colección SS24 de Mowalola: “A brilliant car crash” (Un brillante accidente de coche). Si bien es cierto que esta selección estaba inspirada por la película ‘Crash’ de David Cronenberg, elementos como la música de Nicki Minaj y Alien Ant Farm, las críticas a la cultura del logotipo (modificó el logo de Everlast) y a la estética rave, formaron un cóctel que, siguiendo la temática cinematográfica, dan como resultado un blockbuster.

 

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La ambición por crear sin límites ha llevado a Mowalola a poner el pie en arenas movedizas. Y no hay que irse muy lejos, ya que en la comentada SS24 tuvo que hacer frente a dos polémicas que dieron lugar a una crisis de reputación para la firma. En primer lugar, Iryna Shayk apareció sobre la pasarela con un maquillaje que simulaba un golpe en el ojo y un labio magullado. “¿Desde cuándo se puso de moda la violencia doméstica?”, fueron algunos de los comentarios que se pudieron leer en redes sociales al respecto. Obviamente, estas reacciones dejan completamente de lado las referencias utilizadas por Ogunlesi y esos códigos compartidos por ‘Crash’ sobre la fetichización del dolor. En segundo y último, la bandera de Arabia Saudí utilizada como canvas en una minifalda. La primera reacción de Mowalola al comprobar que no eran pocos los que pedían explicaciones en redes sociales, fue la de defender su creación: “Una minifalda siendo un acto de guerra en 2023 es tan distópico”. Más tarde, optó por firmar un comunicado en el que se disculpaba por incluir una bandera con palabras sagradas y se comprometía a retirar este producto de la colección. El motivo de esta polémica se centraba en la Shahada islámica, texto sagrado del Islam que se traduce como “No hay más dios que el Dios, Mahoma es el mensajero del Dios”. El carácter religioso de la bandera hace que, viéndose sobre una minifalda, sea considerado blasfemia.

Con esto sobre la mesa, es inevitable preguntarse una vez más si el arte debe tener límites. Un artista es considerado como tal cuando tiene el poder de pensar fuera de la caja, situando más allá de esa caja la frontera a la que muchos tienen miedo de cruzar. Entonces, ¿si apuntalamos esos límites no estamos cortando la creatividad y empujando a una continua repetición de patrones? El artista español Bernardí Roig se postula a favor de un arte sin límites: “Lo único que puede limitar al arte es su falta de imaginación. Un arte mediocre es un arte limitado”.

El talento no es lo único que te asegura el éxito. En el camino siempre tiene que haber personas con las llaves correctas para abrir las puertas precisas. Nada más acabar el grado de Diseño de Moda en Central Saint Martins, Mowalola conectó con Lulu Kennedy y presentó dos colecciones en Fashion East, incubadora de talentos londinense responsable de impulsar las carreras de Wales Bonner y Martine Rose, entre otros. Aquí presentó el que para muchos sigue siendo la pieza más representativa del universo Mowalola: un elegante vestido de cuero blanco con un agujero de bala alrededor del cual se derramaba sangre. Hago ropa para desafiar la mente de la gente. Este vestido es de mi colección ‘Coming For Blood’, donde profundizo en la horrible sensación de enamorarse. Este vestido es extremadamente emotivo para mi: expresa mi experiencia vivida como persona negra. Demuestra que no importa lo bien vestido que estés o lo bien que te comportes, una y otra vez somos vistos como un objetivo andante, escribió Mowalola en Instagram. El mensaje concluía con tres frases que evidencian lo importante que es la cuestión racial en las creaciones de la diseñadora afincada en Londres: “Estoy en una posición privilegiada para poder hablar sobre temas sobre los cuales otros serían silenciados. La desigualdad todavía está muy extendida y los periódicos que dañan mi trabajo son prueba de ello”.

Naomi Campbell, que lució el denominado ‘Bullet Hole Dress’, defendió a la diseñadora ante las críticas de aquellos que pensaban que se estaba glamourizando el crimen con armas de fuego. Es una declaración artística. Apoyo a Mowalola, que está haciendo un gran trabajo y le apasiona sacar a la luz un problema tan grave a través de sus diseños. Orgullosa de ti y de tu valentía”, escribió en Instagram.

No es común el que una diseñadora en pleno ascenso cuestione el actual modus operandi de la moda. Mowalola ha decidido formar parte de la misma y funcionar como agente activo para contribuir a una reestructuración del mensaje. “Siento que la moda se ha ido un poco de las manos (….) Es necesario que haya más individualidad y menos sobreproducción y consumo de mierda que la gente realmente no necesita”, decía a I-D. Para Mowalola solo hay una posible táctica a la hora de hacerle frente: la política de tierra quemada. Ogunlesi no esconde su ansia de destrucción, de arrasar con el status quo y ser una de las caras que firmen el documento que defina el nuevo paradigma. El viejo mundo tiene los días contados.

Fotografía: Tim Walker

La fuerza creativa de Mowalola es incontenible y ataca desde muchas direcciones. Su soltura en diferentes ámbitos la sitúa como artista multidisciplinar, conformando un bioma en el que la moda es tan solo la punta de lanza para comunicar a través de la fotografía, la música, el arte de galerías o incluso el cine.