Me ha costado un tiempo reflexionar sobre el último Fashion Month. Ha venido repleto de cuestiones difíciles de tragar.

Empecemos hablando de la colección de Sabato De Sarno para Gucci.

Entiendo que llenar los zapatos de Alessandro Michele es complicado: el anterior director creativo hizo que nos enamoráramos otra vez de Gucci y tuvo la visión y la creatividad como para hacernos entrar en su mundo, creando colecciones ya históricas como la icónica Gucciaga – Gucci x Balenciaga. Sabato De Sarno no lo tenía nada fácil, lo entiendo, pero sí que me hubiera gustado tener un glimpse de una voz nueva y original. No fue el caso. Obviamente los zapatos de Gucci le quedaron muuuuy grandes.

La colección parece una oda a Miuccia Prada con toques de Pierpaolo Valentino, que efectivamente son dos de las casas donde estuvo trabajando antes de asumir su nuevo cargo. Minifaldas y minivestidos Prada, bordados estilo Valentino y cero creatividad en los complementos. En alguna entrevista De Sarno dijo algo similar a que quería hacer un comeback de la época de Tom Ford en Gucci y, honestamente, no puede estar más lejos.

Podemos continuar con el insultante debut de Peter Do en Helmut Lang.

La marca, coetánea de otros visionarios como Margiela o Jil Sander, fue referente de la moda minimalista y posteriormente comprada por el grupo Prada. Nunca llegó a ser financieramente sostenible, pero ha dejado un legado imborrable y es una de las firmas más icónicas de la moda.

Dicho esto, comprendo que llenar esos zapatos también supone un desafío. Curiosamente, el trabajo de Peter Do en su propia marca es bastante mejor que el que ha realizado para Helmut Lang (nótese la influencia de Phoebe Philo).

Comprendo la referencia de la línea, pero ¿de verdad tiene que ser en ese raso rosa estridente que parece un disfraz? Comprendo también los statements del suelo, pero ¿tienen que tener más presencia y relevancia en tu vídeo de presentación que la propia moda?

Otra colección desalentadora fue la de Coperni, que se quedó en un blah. Acostumbrados ya a grandes shows con piezas muy llamativas, este show se quedó más bien plano a excepción de una cazadora con unos altavoces incorporados que me recordaron más a JW Anderson que a ellos mismos.

También podemos mencionar el runway debut de The Attico, la firma de Giorgia Tordini y Gilda Ambrosio. A nivel imagen, esta firma siempre ha sabido venderse muy bien, sin embargo el show tenía varios errores propios de un estudiante: bajos larguísimos sin coger, ropa interior vista que no funcionaba, un vestido de tul negro con una construcción terrible y unas braguitas blancas debajo… Una colección muy poco cohesionada y con un estilismo bastante malo, sorprendente dado que está firmado por Emmanuelle Alt, antigua editora de moda de Vogue.

He de decir que me considero una firme defensora de Demna: considero que ha cambiado la estética del mundo de la moda y que ha ejercido un papel esencial en la nueva ola de diseñadores. Pero también es cierto que llevamos tres años viendo la misma colección de Balenciaga en bucle.

Con esto no quiero decir que no haya piezas increíbles en ellas, sino que estéticamente sigue igual. Quisiera añadir también que la calidad de sus tejidos deja mucho que desear, algo que el señor Cristóbal Balenciaga seguro que desaprobaría. El otro día, en una boutique, pude tocar las lycras y el denim que utilizan y parecen telas de 3 euros el metro. ¿Dónde queda el lujo entonces? ¿El lujo es comprar un vestido de 2000€ que realmente cuesta 30€ en tela y confección?

Las calidades en la moda de lujo, en general, son cada vez peores. Con mi marca emergente uso lycras de más gramaje y de mejor calidad que las de Balenciaga, ¿cómo te quedas?

Aunque podría seguir dando datos terribles y hablando de colecciones insustanciales y banales  – que las hay – también hubo colecciones increíbles que han venido, sobre todo, de diseñadoras emergentes: KNWLS presentó una colección impectable, Chopova Loewna sigue sorprendiéndome, Natasha Zinko, Elena Velez, Sinéad O’Dwyer, Ottolinger o Paula Canovas del Vas siguen siendo mis favoritas. Y, curiosamente, FAVORITAS. Aquí voy a abrir el famoso melón: todos los directores creativos de las marcas del conglomerado de Kering son hombres blancos. Desde 1995, Kering ha tenido 38 directores creativos y solo 5 de ellos han sido mujeres, un escaso 13% del total.

La bomba estalló cuando Sarah Burton, segunda de a bordo y posteriormente sucesora de Alexander McQueen, se retiraba y se hacía pública la noticia de que su heredero iba a ser Seán McGirr. Todavía no he podido ver nada del trabajo de Seán, por lo que no vamos a hablar de cuán válido es para el trabajo. No es esa la cuestión.

Hasta el momento, se han nombrado a Sabato De Sarno en Gucci, Pharrell Williams en Louis Vuitton, Davide Renne en Moschino, Seán McGirr en Alexander McQueen y, recientemente, Walter Chiapponi en Blumarine. Todo esto mientras mujeres como Martine Rose (que habría sido un fit perfecto en Louis Vuitton), Dilara Findikoglu (que habría hecho un buen trabajo en Alexander McQueen), Marine Serre (sigo visualizándola para en Chanel), Simone Rocha (me habría encantado Gucci) o Livia y Josephine, de The Rave Review, esperan su oportunidad en alguna de estas grandes casas.

 

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La industria de la moda está basada en las mujeres. Somos la base de la pirámide pero, desgraciadamente, nunca estamos en la toma de decisiones. Lo cual es bastante ridículo, ya que las mujeres somos el target de la mayoría de estas marcas y lo lógico sería que se nos tuviera en cuenta. Yo siempre digo que un hombre no diseña para una mujer como una mujer diseña para una mujer, y este statement no es negativo, sino positivo. Creo que tendríamos una industria mucho más colorida, diversa e interesante si hubiera tanto hombres como mujeres en los puestos de dirección creativa.

Acabo con una buena noticia: ha vuelto Phoebe Philo con una imagen muy potente centrada en una mujer madura, altas calidades y un corte sublime unido a precios muy altos. Ha vendido el 70% de su colección en un día sin pasarela, sin intermediarios y fuera del calendario. Dentro de las piezas, la primera en agotarse fue el collar en el que se puede leer «MUM». Me hace gracia pensar que es un pequeño guiño a esos hijos que formó en la industria como Daniel Lee, Matthieu Blazy o Peter Do, y ese collar es la forma que tiene de decirles: CUIDADO, MAMÁ HA VUELTO.