Uno de los diseñadores que puso a Bélgica en el mapa de la moda. Si te interesa mínimamente la moda, habrás oido escuchar alguna vez eso de ‘Los seis de Amberes’ (‘Antwerp Six + 1’ si tenemos en cuenta a Maison Margiela, miembro no oficial del grupo). Walter Van Beirendock era uno de esos jóvenes talentosos que consiguieron canalizar toda su creatividad para dejar una huella imborrable.

La historia tiene todo para dotarla de un carácter épico: riesgo, valentía, ambición y la dosis justa de temeridad. Walter conectó con Dries Van Noten, Ann Demeulemeester, Dirk Bikkembergs, Dirk Van Saene y Marina Yeepor en la Real Escuela de Bellas Artes de Amberes, hace ahora casi 40 años. Recién graduados y ansiosos por presentar al mundo sus creaciones, decidieron, sin ningún respaldo económico externo, alquilar una furgoneta, llenarla con todos sus diseños y viajar hasta Londres para participar en el British Designer Show.

Las cinco horas de trayecto que separan Amberes de la capital británica fueron completadas con éxito y los seis diseñadores pudieron exponer. Eso sí, lo hicieron en el último piso, muy lejos de los diseñadores más conocidos y compartiendo ubicación con la sección de vestidos de novia. Esto hacía que dispusieran de una visibilidad nula, algo que lograron cambiar con un método tan tradicional de publicidad como el reparto de folletos.

La incertidumbre duró hasta la llegada del tercer día, momento en el que la publicidad surtió efecto y tuvieron la atención de compradores y medios especializados. Este fue solo el principio de todo para ellos, ya que importantes cadenas de tiendas como Barney’s y Libert se decidieron a hacer sus primeros pedidos de compra.

Con el contexto necesario ya sobre la mesa, es momento de profundizar en la figura del diseñador de 67 años Van Beirendonck. Se considera a sí mismo un creador de tendencias, promoviendo constantemente nuevos conceptos. Las tendencias imperantes no mueven sus diseños. A Walter le da igual si los skinny jeans vuelven o se sigue llevando baggy.

La moda flamenco no tenía referentes así y Van Beirendonck acaparó por completo ese nicho con sus característicos colores vivos y siluetas extravagantes. Sus colecciones podrían ser perfectamente el vestuario de una película de ciencia ficción o convertirse, en el caso de que haya vida más allá, en el diseñador favorito de los aliens de la constelación de Andrómeda.

Esta completa libertad creativa tiene como razón principal el ser un diseñador independiente, con control total sobre su marca. No hay una gran corporación detrás pendiente de los números y presionando para alcanzar unos porcentajes establecidos. Walter huye de estos socios capitalistas vestidos en trajes y abraza fuertemente a su comunidad, los que apuestan por su propuesta comprando temporada tras temporada sus creaciones.

No se trata de un camino fácil, más teniendo en cuenta que Van Beirendonck apuesta por piezas extravagantes que en muchas ocasiones rozan lo caricaturesco. No son pocas las marcas que conciben ciertas piezas de sus colecciones teniendo en cuenta la viralidad que alcance en redes sociales. La última apuesta de Rick Owens, sin ir más lejos, fue criticada justo por esta razón.

 

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Walter es consciente que no su concepción del arte y la moda no fluye por la corriente principal. La gran mayoría no está interesada en incluir sus propuestas en editoriales, “no con toda la presión de las grandes casas, que pagan por la publicidad”, tal y como él mismo dijo a Hypebeast hace ahora cuatro años. No se trata de una dirección fácil de tomar, sobre todo por la incesante lluvia de obstáculos que te encuentras en el camino, pero el belga ha sido fiel a sus creencias a pesar de sentir de forma latente una gran incomprensión.

Una característica que hace el trabajo de Walter tan rico en referencias es su pasión por la pintura. Es algo que vemos reflejado en sus diseños y que le dota de una sensibilidad extra a la hora de juntar las piezas del rompecabezas de sus colecciones.

La experiencia que atesora Van Beirendonck no es únicamente reconocida en los ámbitos cercanos a la moda, puesto que ha ejercido como curador de arte en numerosas ocasiones. En una de ellas, con el Outsider Art Museum de Amsterdam como ubicación, seleccionó más de 60 obras de Willem van Genk, junto al historiador Ann van Berkum, para homenajear al artista holandés.

Walter se tomó este encargo muy seriamente al ser van Genk una parte muy importante en su formación artística. Sentía que tenía que hacer justicia con su obra y alcanzar ese respeto y admiración que quizás no consiguiera antes de fallecer en 2005. De este nulo gatekeeping extraemos una generosidad genuina por compartir sus influencias y contribuir de forma activa en el desarrollo de otros artistas.

Esta multidisciplinariedad le llevó a ganarse un puesto como docente en la Real Escuela de Bellas Artes de Amberes (de 2007 a 2022 ocupó el cargo de director). Aquí fue maestro de otros ilustres diseñadores como Kris Van Assche y Raf Simons. Estos dos, junto a Anthony Vaccarello, Olivier Theyskens y Glenn Martens, formaron parte de la Academia y son conocidos como la primera generación que aprovechó todas esas puertas que abrieron ‘Los 6 de Amberes’.

 

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Walter Van Beiredock no se siente representado por el ritmo actual de la industria de la moda. Para él, resulta imposible ser fiel a uno mismo y al mismo tiempo subir y bajar constantemente de las trends del momento. Trabaja sus colecciones con un mínimo de seis meses de antelación, haciendo uso de toda su investigación y desarrollando un sistema en el que la espontaneidad esté por encima de la planificación.

Te puede gustar más o menos, pero no puedes negar la autenticidad que se respira en las apuestas de Walter. Elementos disruptivos como máscaras, accesorios de grandes proporciones y estructuras geométricas con elevados volúmenes dan como resultado una composición visual que conquista. Larga vida al outsider Van Beirendock.