Ayudado por una point and shoot de 35mm como única cámara, el escocés Ivar Wigan trasladó su trabajo fotográfico hasta el corazón de Jamaica para retratar con enorme intimidad la realidad detrás de las minorías y las subculturas juveniles de la sociedad isleña. Donde el dancehall se fusiona con la marihuana, los tiroteos y las prostitutas. Mostrando, de una forma muy cercana, el lado más oscuro que conforma la belleza de la isla y toda su gente.